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Desde el principio de los tiempos, el ser humano ha intentado descifrar su propia naturaleza. Desde los filósofos griegos hasta los avances en neurociencia, seguimos explorando qué nos mueve, qué nos inspira y qué nos hace únicos.
Cada persona es como un iceberg. Esta metáfora, popularizada por Freud, nos recuerda que lo visible —habilidades, comportamientos, conocimientos técnicos— es solo una fracción de lo que somos. Lo que realmente define a una persona está oculto bajo la superficie: sus motivaciones, valores, miedos y experiencias.
Pensar que podemos “encajar” a las personas en roles sin comprender esta profundidad es como navegar solo observando la superficie del agua. Es un riesgo que puede hundir incluso los planes mejor diseñados.
El reto de los equipos multipersonalidades
Pero este concepto no solo aplica a las personas de forma individual. También es clave para entender cómo los equipos pueden liberar su verdadero potencial.
Aquí está el verdadero desafío: no se trata solo de crear equipos multifuncionales, sino de construir equipos multipersonalidades. Las personas no son piezas intercambiables, y sus diferencias no son un problema: son el motor del éxito.
Para que estas individualidades trabajen en armonía, se necesita más que habilidades técnicas. Hace falta conexión, propósito y una cultura que valore la profundidad de cada miembro.
El iceberg freudiano nos enseña una lección poderosa: ignorar lo que está debajo de la superficie condena a las organizaciones al fracaso. Pero aprovecharlo desbloquea el verdadero potencial de los equipos, transformando no solo resultados, sino también la manera en que trabajamos.
De lo visible a lo esencial: La diversidad de talento como pilar de los equipos de alto desempeño
El alto desempeño no se trata solo de eficiencia o estructuras. Es sobre personas. Es entender que el verdadero poder de un equipo está en su diversidad, en conectar lo que motiva a cada miembro con los objetivos colectivos.
La diversidad de talento en un equipo no es solo una lista de habilidades o perfiles: es el crisol donde nacen las mejores ideas. Así como Freud mostró que lo invisible en cada persona define lo visible, los equipos de alto desempeño prosperan al integrar lo que está bajo la superficie: las perspectivas únicas, los valores y las experiencias individuales.
Es en esta profundidad donde se encuentra la verdadera capacidad de adaptación y la creatividad para enfrentar los retos más complejos. Ignorar estas diferencias es desperdiciar un potencial invaluable.
¿Estás listo para mirar más allá de la superficie? Porque en un equipo multipersonalidades: 1+1=3.
En Trascend, trabajamos contigo para construir equipos de alto desempeño, alineando talentos, motivaciones y objetivos.
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